Cuando hablamos de preliminares, en muchas ocasiones tendemos a separar entre los que están destinados a las mujeres y los que están pensados para los hombres. Para ellas imaginamos besos húmedos, caricias en las zonas más sensibles e incluso pequeños pellizcos que trazan un recorrido hasta su sexo. Con ellos, sin embargo, solemos pensar que la mejor manera de calentar motores es ir directos al tema. Y es que a veces da la sensación de que los preliminares son solo para ellas.
Pero, ¿y si no fuese así? Si bien es cierto que los genitales son la zona masculina con mayor cantidad de terminaciones nerviosas, también lo es que existen diferentes partes del cuerpo que cuentan con gran sensibilidad y que debemos permitirnos explorar. Saber jugar bien tus cartas durante los preliminares es una buena forma de seducir a un hombre, ya que ellos también disfrutan mucho en esta etapa previa a la penetración. Por eso aquí van unos cuantos trucos para hacer que se derrita ya desde los primeros compases del encuentro.
Los mejores preliminares para hombres
Para que puedas probar diferentes formas de excitarlo, te proponemos que recorras este mapa. Así podrás ir de menos a más sin dejarte ninguna parada.
- La primera estación de este recorrido son sus ojos. Por un lado, antes de que vuestros cuerpos se rocen, ¿por qué no utilizar tu mirada para excitarle? Por otro lado, los ojos, una vez cerrados, están cubiertos por una capa de piel muy fina y que es muy sensible al tacto. Puedes probar a besarlos para empezar a calentar motores.
- Siguiendo el camino nos encontramos con las orejas. De nuevo, una parte del cuerpo altamente sensible a la vez que erógena. Para empezar, sería interesante susurrarle algo excitante al oído y calentar la zona con tu aliento. Después puedes besar, lamer o dar suaves mordiscos. Tal vez hasta puedas pedirle que mantenga los ojos cerrados para que la sensación sea aún más intensa.
- Llegamos al primer punto clave, el cuello. Las mujeres disfrutan mucho cuando ellos las besan en esa zona, ya sean besos más tímidos o húmedos, ya sean cariñosos o más agresivos. Es una parte del cuerpo importantísima así que, ¿por qué no poner en práctica todo lo que te gusta y hacérselo a él? Tan solo tienes que recordar tus propias sensaciones y, si quieres ir más allá, usar un poco la imaginación e introducir nuevos elementos en juego como puedan ser nata o un hielo.
- Si seguimos bajando llegaremos a los pezones, otro gran olvidado del cuerpo masculino. Y es que los pezones son una de las partes del cuerpo donde hay más terminaciones nerviosas. Aunque en el cuerpo de una mujer se hace más evidente su presencia, ellos también disfrutan de un buen mordisco, de algún que otro pellizco y de la sensación de una lengua recorriéndolos. Prueba y verás.
- Por fin alcanzamos los genitales. Pero vamos poco a poco, así que la primera parada de la zona genital es el perineo. Esta, que se encuentra entre el ano y el escroto, es muy sensible y puede estimularse a través de la presión o del sexo oral.
- Después del perineo vienen los testículos y el rafe, esa línea de piel que se encuentra entre los dos testículos y que cuentan con tantas terminaciones nerviosas. Para estimular esta parte del cuerpo puedes acariciar, lamer e incluso introducir los testículos en tu boca.
- Una vez hemos hecho todo este recorrido, es hora de llegar a la última parada, el conocido punto G. Esta zona se encuentra en la próstata, a unos pocos centímetros de la entrada del ano. Y, aunque de esta parte del cuerpo se habla mucho, son pocas las personas que se atreven a probar su estimulación, en parte porque aún cargan con miedos y prejuicios que deberían formar parte del pasado. Para estimular su punto G tendrás que introducir, con suavidad y poco a poco, un dedo en su ano y luego doblarlo para estimular su próstata. Si, además, combinas esta práctica con el sexo oral, te aseguramos que no podrá resistirse y querrá repetir.
Ahora que conoces este mapa del cuerpo del hombre y que sabes qué hacer para excitarlo durante los preliminares, es momento de seguir la ruta y calentar la llama de la pasión.