Para muchas mujeres, el hecho de estar en pareja no es obstáculo para iniciar otros vínculos y manejarse, a dos puntas, en su vida amorosa. Muchas lo hacen con culpa y otras están tan escindidas mentalmente que viven una doble vida, convencidas de que una aventura añade un plus de adrenalina a su día a día. Identifica cómo son y cómo actúan las mujeres casadas e infieles y, por sobre todo, dónde dar con ellas.
No es cierto que las mujeres sean menos infieles que los varones; sí lo es que, cuando tienen una aventura amorosa clandestina, son más discretas que ellos. Son, por lo general, mucho más prolijas. No dejan cabos sueltos, como sí le ocurre a su sexo opuesto. Ellas son estrategas para todo y la infidelidad no escapa a ese “todo”. Son mujeres, con o sin hijos, quienes, muy organizadas y con gran capacidad de planificación, adaptan su rutina diaria a sus deseos eróticos y sexuales y ajustan tiempos y horarios para que cada jornada les deje un momento libre para disfrutar de un rato de intimidad junto a una persona, que no es su marido o pareja habitual.
Prototipos de mujeres casadas infieles
Apetito sexual. Aquellas féminas que optan por la infidelidad, no lo hacen, necesariamente, porque se han enamorado; fundamentalmente lo hacen porque les gusta el sexo más que el chocolate. Sí, que las hay, las hay. Y como, muchas veces, el sexo dentro del matrimonio, un mal día, se torna más de lo mismo, eligen romper con la monotonía y sorprenderse en la cama. Ellas buscan la novedad y las mariposas en el estómago. A alguien que les erice la piel. Por eso, no buscan en su amante a un amor eterno por el cual dejar todo. Nada de eso: buscan sexo por unas horas; nada más.
Lo prohibido sabe mejor. ¿Por qué? Simplemente porque el ser humano ansía aquello que no parece estar a su alcance. Es un rasgo de todos los mortales. Para Adán y Eva fue la fruta prohibida (la manzana, según el mito del Génesis) y para determinadas damas aburridas del automatismo del que las provee su pareja, la posibilidad de ser “una chica Almodóvar”, algunas horas al día. La búsqueda de lo inalcanzable o “ilícito” es común en casos de infidelidad por parte de señoras de su casa. Animarse a desafiar los convencionalismos sociales alimenta su morbo.
La venganza será terrible. Muchas de estas señoras que ansían la novedad del erotismo a escondidas, lo hacen porque ellas han sufrido en carne propia la traición por parte de sus esposos. Aunque la venganza nunca es buena (mata el alma y la envenena), no pocas encuentran en la infidelidad la manera de pagar con la misma moneda. Muchas se arrepienten luego pero, mientras tanto, gozan sin culpa.
Hábiles y calculadoras. Este tipo de mujer, que busca fuera lo que no recibe en casa, es una estratega profesional. Es evidente que hasta el mejor ejército del mundo daría lo que fuese por contar, entre sus cuadrillas, con un séquito de casadas infieles. Simplemente, porque ellas son las únicas capaces de esconder a un amante en un florero, es decir, engañan con estilo y, cuando mienten, convencen a cualquiera. No se les quiebra la voz cuando lo hacen ni se contradicen.
Sexo libre y lejos de casa. Para muchas de ellas, que trabajan y viajan casi continuamente, el estar lejos de casa no significa que dejen en pausa su deseo sexual. Muy por el contrario, se llevan toda su sensualidad en la maleta. Por ello, muchas buscan, en sus viajes de negocios, una distracción. Incluso son capaces de pagar por ello, de ser necesario. Si a esto se suma que, cuando están lejos de casa, visten de punta en blanco y lucen más elegantes, tienen el ligue garantizado.
Víctimas del control excesivo. Algunas casadas encuentran, en la infidelidad, un mecanismo de defensa ante tantas escenas de celos por parte de su pareja. Es simple: tras haber padecido años de control excesivo, muchas recurren a una aventura sentimental, con el firme objetivo de tomarse, por fin, un respiro y poder liberarse de su carcelero algunas horas a la semana.
La llama de la pasión se apagó. El agua apaga el fuego y al ardor, los años; amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño, canta Joaquín Sabina. En muchas parejas, cuando se acabó la famosa “magia”, cada cual busca por ahí lo que su relación ya no le brinda. Es el caso de muchas casadas infieles, que se resisten a ceder en su deseo. Si la llama de la pasión se extinguió hace rato en su matrimonio, van a encender el fuego con alguna otra persona. Y como tienen claro lo que buscan, no tardan en encontrar lo que quieren, cuándo y cómo lo quieren.
Libertad para amar. La mujer, ancestralmente, estuvo bajo el zapato del hombre. El mundo, en sí, incluso en pleno siglo XXI, está dominado por los varones. Por ello, víctima de esa opresión a la que es sometido, desde siempre, el género femenino, busca la liberación. En este sentido, no pocas mujeres casadas infieles ansían sentir la libertad de poder disfrutar de su sexo y de los frutos de la pasión a como dé lugar. Sienten que lo merecen y no se equivocan.
¿Dónde encontrar casadas infieles?
Si buscas ligar con una mujer infiel, ingresa ya al portal Fuego de vida, donde encontrarás cientos de ellas dispuestas a una relación pasional, discreta y sin compromisos, que les permita continuar con su rutina habitual. En nuestra web de contactos eróticos y citas, en la que muchas casadas infieles anuncian sus búsquedas para quedar y ligar con otros u otras que anden ansiando lo mismo en la intimidad.
Si el perfil de estas damas (para algunos, los que padecen sus infidelidades, “azúcar amargo”) te interesa y te despierta cierto morbo o fantasía, ¡adelante! Una de ellas puede protagonizar tu próximo encuentro sexual.