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Las etapas del enamoramiento

Después de la seducción llega el enamoramiento

Ya se han dado los primeros pasos: hemos conseguido ligar con una persona, ya sea por internet o en persona, y también hemos mantenido su interés gracias a nuestras capacidades seductoras. Ahora se abre una nueva etapa, el enamoramiento. El enamoramiento, lejos de ser el final del camino, es más bien el comienzo del amor y un tiempo en el que construir los cimientos de lo que puede llegar a ser una relación de largo recorrido. Y es que, al igual que cuando conocemos a una persona, la fase de enamoramiento también cuenta con diferentes etapas que pueden tanto consolidar la relación como acabar con ella. Por eso, cuando nos preguntamos cuánto tiempo dura el amor y qué podemos esperar de él, debemos tener presente qué sucede durante el enamoramiento.

Las etapas del enamoramiento

Y es que, cuando nos enamoramos pasamos por todo un proceso en el que convergen dos cuestiones. Por un lado, está nuestro cuerpo, que nos manda una serie de señales a través de lo que se conoce como “bioquímica del amor”, es decir, todos esos sentimientos que surgen a través de hormonas y neuronas que cambian nuestra forma de actuar durante el enamoramiento. Por otro lado, se encuentran una serie de factores externos, así como nuestra historia personal. Ya sean aficiones, gustos, estilos de vida, experiencias amorosas pasadas, amigos, trasfondo cultural, etc. Todo tiene relación con quién nos atrae y con cómo se desarrolla el posterior enamoramiento. Si tanto nuestro cuerpo como nuestra mente dan el visto bueno, entonces podemos decir que hay algo.

Pero, ¿qué pasa cuando ya estamos enamorados? ¿Hacia dónde va esta relación? ¿Qué etapas tiene el enamoramiento?

Las etapas del amor

1. Pasión

La primera etapa del enamoramiento es la pasión, una fase marcada por la intensidad. La reconoceremos fácilmente porque durante este tiempo necesitaremos el contacto permanente con la otra persona. Durante esta etapa sentiremos una conexión muy alta con la otra persona, a la vez que un alto nivel de deseo y una alta frecuencia sexual.

No obstante, debemos tener cuidado. Durante esta primera parte del enamoramiento seremos incapaces de encontrar defectos en la otra persona, solo veremos aquello que nos conecta y no aquello que nos distancia. Sentiremos que todas las piezas del puzle encajan y que todo va como la seda. Esto se materializa, por ejemplo, en que no habrá discusiones ni malentendidos ni incomodidades.

Y aunque todos hemos experimentado esta etapa alguna vez y siempre nos parezca que el destino ha puesto a la otra persona en nuestro camino, lo cierto es que tiene una explicación biológica. Durante el inicio del enamoramiento nuestro cuerpo produce una mayor cantidad de hormonas. Por un lado, están los andrógenos masculinos y los estrógenos femeninos, que aumentan la pulsión sexual. Por otro lado, están la oxitocina y la vasopresina, que nos harán inseparables. También en esta fase se inhibe la serotonina, lo que provoca ese estado de pasión en el que nos encontramos. Por último, nuestro cerebro inhabilita el pensamiento lógico y racional.

2. Romanticismo

La pasión solo es la puerta de entrada. Sin duda, la etapa más fuerte del enamoramiento es el romanticismo. Aquí pasamos del deseo continuo a la necesidad y la obsesión por el otro. Y, al igual que en el apartado anterior, esto está marcado por la bioquímica. Al inhibirse la serotonina, que es la hormona que estabiliza nuestro estado anímico, surgen la dopamina y la norepinefrina, cuyo efecto serán estados de euforia y la búsqueda de afianzar la relación. En otras palabras, mantener el amor de nuestra pareja y satisfacerla se convierte en nuestro objetivo de vida.

El amor romántico es un amor que se relaciona con la obsesión y con la intensidad. Siguiendo la línea que ya se apuntaba en la etapa de la pasión, en esta fase ya no solo idealizamos a la otra persona, sino que además lo hacemos con la relación. Durante el amor romántico obviamos todo aquello que pueda debilitar la unión (ya sea probar algo nuevo u opiniones de personas cercanas, por ejemplo). Este es el amor que lucha contra viento y marea para sobrevivir y en el que el sexo solo es una parte más del todo que supone la relación amorosa.

3. Compromiso

Conforme vamos pasando por las diferentes etapas nuestro cuerpo va aceptando todos estos estímulos hasta que, poco a poco, van frenándose los efectos de todas estas hormonas. Por eso, desde la pasión y el amor romántico se abre una nueva etapa, el compromiso, donde la lógica y la razón vuelven a tomar el control. Esta es la fase en la que se estabilizará la relación ya que, aunque se mantiene esa unión, entendemos que la relación se compone de dos personas individuales que deciden estar juntas.

En esta etapa recuperamos nuestra individualidad y, por tanto, volvemos a prestar atención a proyectos y gustos personales. La pareja ya no es un núcleo indivisible, sino que nos centramos en apoyar a la otra persona y en explorar también nuestras propias necesidades. En cierto modo, el compromiso supone una vuelta a la realidad, solo que con nuestra pareja al lado.

Por eso es aquí precisamente cuando comienza a surgir todo aquello que habíamos enterrado. Todas las desavenencias, todos los conflictos que antes evitábamos, ahora hacen acto de presencia. Será clave cómo enfrentemos todo esto si queremos mantener nuestra relación. Para que todo fluya será necesaria mucha comunicación, mucha empatía y la capacidad de adaptarnos al otro. Al final, si todo va bien, la relación saldrá fortalecida de esta etapa, creándose un vínculo más potente, más maduro.

4. La compañía

Finalmente, la última etapa del amor es la compañía, donde ya todo está en calma. Ahora hablamos de cariño y de amor pues el deseo, el erotismo y la vida sexual se reducen. La sensación de novedad desaparece y esto puede tener un efecto peligroso ya que puede provocar monotonía sexual o incluso el cese de toda actividad erótica. Por eso, no debemos descuidar la sexualidad, es importante tener una vida sexual satisfactoria.

No obstante, la importancia de esta fase final no reside en la sexualidad sino en el amor. Un amor que ya tiene una historia, que ya tiene experiencia, un amor en el que nuestra pareja es un amigo, un compañero. En definitiva, un amor a largo plazo.

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