En el sexo existen muchas maneras de disfrutar en pareja, tantas como imaginación, tiempo y ganas se tengan. Una de esas fuentes de placer son las prácticas de dominación y sumisión, que pueden ir desde versiones más suaves hasta sesiones duras de BDSM. La técnica de la que hoy os hablamos, que no es otra que el face-sitting, vale tanto para los más atrevidos como para aquellos que se estén iniciando en el placer y el erotismo de la dominación sexual.
El face-sitting, también conocido como el trono de la reina, es una práctica sexual bastante fácil de llevar a cabo. La base consiste en que la mujer, literalmente, se siente sobre la cara de su pareja (ya sea hombre o mujer) y que esta le realice sexo oral.
Esta postura está centrada en el placer femenino ya que, en principio, será ella quien es estimulada. Sin embargo, como en todo juego de dominación, el disfrute no proviene única y exclusivamente de la estimulación de los genitales. Aquí entran en juego otros factores como son la sumisión del otro, el erotismo de la humillación, el control que ella puede ejercer sobre la pareja e incluso las sensaciones visuales y olfativas que producen tenerla a ella sentada sobre el rostro (uniendo lo más privado y “sucio” con lo más público y “limpio”).
Se sabe que esta técnica tiene siglos de historia. Existen testimonios que prueban que ya se practicaba en la antigua Persia. También en las antiguas cortes chinas, e incluso en la época medieval, las mujeres disfrutaban del trono de la reina, siempre dando la máxima importancia al placer y el orgasmo femeninos. Al fin y al cabo, como decimos, el sujeto pasivo disfruta gracias a otros factores como la sumisión o el placer de dar placer.
¿Cómo hacer entocnes un face-sitting? Las opciones son variadas. La más simple (pero efectiva) consiste en que él se tumbe utilizando algún elemento que le ayude a elevar ligeramente la cabeza mientras ella, colocando los pies entre su rostro, baje su cuerpo dejando su clítoris a la altura de su boca, permitiéndole practicar un estupendo sexo oral. En esta modalidad, ella puede agarrarle el pelo o ir moviéndose, buscando el lugar exacto que le reporte más placer, ya que tiene el control absoluto de su cuerpo (mientras que él prácticamente no podrá moverse).
Otra opción es que ella se gire 180º desde la posición inicial. De esta manera la estimulación puede ser clitoriana o anal. En este caso, la sumisión del hombre es mayor ya que no existe ningún tipo de contacto visual y ella, además, puede ejercer más presión con su cuerpo, manteniendo siempre el control sobre su placer y dirigiendo la acción de la lengua de la pareja hacia donde ella reciba más estimulación.
Pero eso no es todo. En esta práctica el hombre aún tiene las manos libres, con lo que aumentan las posibilidades. Por un lado, si ella se lo permite o se lo pide, puede acariciarle el cuerpo e incluso estimularla anal o vaginalmente dependiendo de dónde le esté practicando el sexo oral. Por otro lado, también puede masturbarse mientras ella está sentada sobre su cara. Si ella quiere, también puede masturbarle a él. Por último, si se quiere profundizar en la dominación/sumisión, es una buena idea unir el face-sitting con algo de bondage.
