Aunque sabemos que hombres y mujeres somos muy distintos, ambos compartimos una cualidad: lo difícil que puede ser conquistarnos. Y es que, aunque las películas y los libros nos hagan creer que con cuatro gestos y dos palabras cualquier persona caerá rendida a nuestros pies, lo cierto es que no es tan fácil. ¿Cuántos amigos nos han contado sus penas porque la chica que les gusta no les hace caso? ¿Cuántas amigas nos han dicho que no entienden a los hombres porque el chico con el que estaban ligando no les contestó a sus mensajes? Tendemos a pensar que el amor es cosa física cuando la realidad es que la psicología juega es un factor mucho más importante que la atracción por un cuerpo bonito. Tener control sobre las situaciones que tienen lugar cuando estamos conociendo a alguien es muy importante si queremos tener éxito. Para ello existen distintas estrategias, y una de las más eficaces es la psicología inversa.
¿Te suena? La psicología inversa es un concepto ampliamente conocido, especialmente en el ámbito de la psicología infantil, pero que es aplicable a diferentes facetas vitales y que puede ayudarnos a conseguir aquello que queremos. Esta estrategia consiste, básicamente, en hacer que la otra persona reaccione como deseamos haciéndole creer que queremos justo lo contrario. Solo tienes que pensar en tu infancia, en cómo jugabas con tus padres haciéndoles creer que algo no te importaba o en cómo ellos te engañaban para que consumieras determinados alimentos. La psicología inversa entiende que, cuando nos rechazan o nos niegan algo, lo que sucede es un incremento del deseo que provocará que luchemos con fuerza para conseguir eso que nos están negando. Esto, es evidente, tiene una relación directa con el juego del enamoramiento y la seducción.
¿Cómo utilizar la psicología inversa en un contexto amoroso?
Primero, debemos tener presente que, aunque no los entendamos por completo, los misterios del amor están más relacionados con la psicología que con la brujería. Ser consciente del poder de la mente en la seducción y el enamoramiento es básico si queremos que las cartas estén a nuestro favor. Para ello, lo básico es saber ponerse en el lugar del otro (lo que se conoce como empatía), conectar con los sentimientos del otro pudiendo entenderle mejor y, por tanto, aplicar de manera más efectiva nuestras estrategias y nuestros recursos.
Si hasta aquí todo va bien, entonces llega el momento de aplicar la psicología inversa. Cuando conseguimos empatizar con una persona la conocemos mejor y, por tanto, sabemos cuáles son sus fortalezas y cuáles sus debilidades. En otras palabras, podemos predecir (hasta cierto punto) su comportamiento, lo que significa que sabremos cómo actuar para que su reacción sea la que nosotros queremos. Para ello, podemos utilizar los siguientes recursos:
- Si estamos ligando con alguien utilizando WhatsApp, lo mejor es que no seamos insistentes. Es decir, que demoremos las respuestas o que esperemos a que sea la otra persona la que nos contacte. Así, generamos interés en la otra persona.
- Cuando estemos en un contexto social, no debemos prestar toda la atención a la otra persona. De hecho, podemos incluso jugar a ignorarla o mostrar cierto desinterés. Así no solo limitamos el poder que el otro tiene sobre nosotros sino que, además, conseguiremos que la persona intente llamar nuestra atención
- A la hora de hacer planes, no debemos mostrarnos completamente disponibles. Daremos a entender que nuestro tiempo depende por completo de la otra persona. Es mejor explicarle todo lo que tenemos por hacer y hacerle ver que ella es solo una parte de más de nuestra vida.
Más allá de la psicología inversa
Tampoco debemos olvidar que, a la hora de seducir a una persona, también existen otros aspectos que van desde lo puramente físico, como son el contacto visual y el contacto físico, hasta otros más relacionados con la psicología como son mostrar interés por lo que el otro nos cuenta o incluso integrarnos en el contexto en el que nos encontramos si es una reunión de amigos o estamos en un bar.
Otra estrategia relacionada con la psicología inversa está relacionada con el espacio físico en el que mantenemos contacto con esa persona. Según expertos, el espacio de interacción social se divide en cuatro zonas que están clasificadas de la siguiente manera:
- Área pública: De 3,5 metros de distancia en adelante
- Área social: Entre 1,2 metros y 3,5 metros de distancia.
- Área personal: Entre 45 centímetros y 1,20 metros de distancia.
- Zona íntima: Entre 15 centímetros y 45 centímetros de distancia.
En función de la situación en la que nos encontremos nos colocaremos una zona u otra. Sin embargo, cuando queremos seducir al otro, la idea es que podamos invadir esa zona íntima de manera sutil ya que dentro de ese espacio, la otra persona sentirá más conexión con nosotros y, por tanto, más confianza, empatía e incluso atracción.
Si todos estos pasos nos han salido bien, es el momento de conectar con la otra persona y pasar de la seducción al enamoramiento. Para ello, podemos utilizar todo lo que esté en nuestra mano, aplicando siempre esta perspectiva psicológica que aportamos hoy. Por ejemplo:
- Centrémonos en los puntos en común. ¿Qué nos conecta a esa otra persona? Esto nos ayudará a acercarla a nosotros y a aumentar el interés. Para ello, evita las negativas, céntrate en aspectos positivos y en conexiones (gustos, hobbies, intereses, curiosidades, etc.)
- Aunque suene extraño, también es buena idea que intentemos conectar gestualmente con la otra persona. Según los expertos, el efecto espejo a veces puede resultar atrayente.
- Por supuesto, es bueno vernos con frecuencia con esa persona. Eso sí, recordemos, es importante hacer que el otro mantenga el interés así que no nos conviene estar a plena disposición.
- Dejemos que la cosa fluya. Cuando intentamos organizar todo al milímetro es cuando las cosas salen mal.