Seguro que has oído hablar del beso francés. Y seguro que lo relacionas con glamour y con pasión. Pues sí, has acertado. El beso francés es uno de los más tórridos, sensuales y sentidos de todos los que puedes recibir y ofrecer a tu pareja.
El beso francés es un toque de labios intenso y de película, en el que la principal actriz es la lengua, la lengua de ambos enamorados. Si te apuntas a saber más sobre este beso tan sensual, sigue leyendo, ya que te vamos a contar algunos de sus secretos. Paso a paso y para mostrarte cómo darlo y recibirlo. Cómo entrar en comunión con un beso francés. Sí, la definición es exacta.
¿Un beso francés se prepara? Si quieres, sí. En este sentido, prueba a humedecer tu boca, pero, sobre todo, tus labios. La acción de un beso profundo es tan intensa que se llega a perder mucha agua. No es broma. La excitación reseca la boca y, con menos saliva, el contacto entre bocas se vuelve menos sensible.
Bebe uno o dos vasos de agua antes de besar. Pero -¡ojo!- que no parezca que los has programado. A nadie le parecerá bien que programes tus besos y parezca que te lo tomes como un ejercicio gimnástico. Sabemos que no es así, pero es muy importante tener tacto, en ese momento tan íntimo, y no hacer nada que rompa la magia.
Si no tienes agua a mano, prueba a humedecerte los labios con saliva, segundos antes. Funciona.
Luego, destaca la hidratación que necesitas para tus labios. Unos labios bien hidratados y húmedos son más sensuales, desde luego, pero también son menos ásperos, menos rugosos, más suaves y menos tersos. Recuerda que los labios son, junto con la lengua, lo más activo en un beso francés y el apoyo de la bocas durante el contacto.
La frescura de tu aliento siempre será un punto a tu favor. Puedes adelantarte masticando chicle de menta o clorofila. Y, por supuesto, una buena higiene dental es fundamental. Como lo es evitar cualquier comida que deje un sabor en tu boca. Ten mucho cuidado con esos detalles.
Otro aspecto importante es elegir el momento más adecuado para entregarte a un beso con tanta intensidad. La magia de un romanticismo compartido tiene la facultad de ser el combustible con el que hacer arder la pasión. El lugar perfecto es ese sitio en el que se dan la mano la intimidad y comodidad, en un ambiente compartido.
De entrada, un beso francés comienza con un acercamiento de cada cabeza para conectar de manera oblicua. El objetivo es que no moleste ninguna de las narices. Y es que la profundidad del beso frances exige de un contacto tan intenso que casi lo único que cuenta es la proyección de unos labios sobre otros.
La compenetración permite que cada amante pueda encontrar su encaje y comodidad sobre los labios del otro. Y algo importante, para que las lenguas puedan moverse y proyectarse hacia adentro con la mayor de las pasiones.
Intensidad que late
Tanta intensidad, un contacto tan fuerte, abre una puerta al deseo y a parar el tiempo. Se cierran los ojos, se vive intensamente el contacto, se disfruta del beso, se produce una concentración total y todo lo que hay alrededor desaparece. Esa es la magia del beso francés. Un beso que te trasladará a otro mundo.
Un buen consejo para disfrutar de un beso francés es no precipitarse. Hay que ir poco a poco y, si quieres, lentamente. Se trata de introducir la lengua en la boca de tu amor con todo el tacto del mundo. Es importante que la magia del momento no se rompa.
Puedes empezar con movimientos lentos (sobre todo, para abrir tu boca y la contraria), para introducir, paso a paso, la lengua. Primero, la punta de la lengua y, a medida de que se vaya incrementando el deseo, puedes ir añadiendo más movimientos con la lengua y profundidad al contacto.
Besar es como bailar. Existe una coreografía de movimientos que es la esencia del momento. No vale saltarse ningún paso, has de coger el ritmo y es cosa de dos. De la misma manera que nunca llevarías a tu pareja de baile como si fuera una escoba, un beso profundo no puede trasladar agobio, dominación o presión de algún tipo. Es algo que se comparte en igualdad, para disfrutarlo con el mismo reparto de satisfacción. Se trata de alentar sensaciones de amor.
Besos para explorar
Y, llegados hasta este punto, te toca convertir elbeso francesen un juego de placer para dos. ¿Cómo? Pues tienes a tu alcance todo un repertorio de opciones. Prueba a rozar con tu lengua algunas zonas de la boca, juega con ella, explora con tacto, para y arranca (de manera imprevista, pero con suavidad)... Pero también puedes probar a sacar la lengua e introducirla con la misma suavidad y desde otro ángulo. Y, si te apetece, mordisquea el labio inferior de tu pareja con la misma delicadeza. Y ya verás.
Es importante que estés pendiente de la respiración de tu pareja y escuches cómo acepta cada uno de tus movimientos. Si estás atento, sabrás qué funciona, qué le gusta y cómo está disfrutando.
Y algo igualmente importante: ten cuidado con tu respiración y la de tu pareja. Un beso francés es pura pasión, y la velocidad con la que tu cuerpo y el suyo piden oxígeno es consecuencia de esa intensidad. Intenta dejar libre espacio para respirar, no presiones demasiado y disfruta desde el primer segundo y hasta el último.
Demuestra, con un beso intenso, cuánto te encanta besar a tu pareja, cómo disfrutas compartiendo una diversión tan sensual con la persona que quieres y, sobre todo, no dudes en repetirlo. Convierte tu mejor beso francés en ese toque de amor compartido que sabe a pasión y para formar parte de la animación más sentida de una relación de pareja.
Buenos besos. De corazón. Y, si son franceses, ya lo sabes, mejor que mejor.