El fin de una pareja no debe considerarse un fracaso personal. No está garantizado el amor eterno y, si una relación no funciona, un cambio a tiempo, por mucho que duela, suele ser la mejor opción. Entérate de como superar una ruptura sentimental sin quedar abrazado al sufrimiento.
Todo tiene un final; todo termina. El amor, también, mal que pese a muchos. La pareja para toda la vida no se identifica mucho con los vínculos actuales. Hoy, la gente sabe, perfectamente, que lo importante no es llegar a viejos juntos, sino haber pasado buenos momentos a lo largo de la relación. Una historia que no tiene un final feliz y de cuento no necesariamente resulta una mala historia.
Las rupturas duelen, hacen sufrir, mas no permitas que la tristeza se apodere de ti: hay muchas cosas por hacer.
Algunos trucospara no sufrir más de la cuenta
No permitirse estar triste. Es normal. Una ruptura no pasa, así como así, por nuestra vida. Afrontar una pérdida implica tomar consciencia de ella y padecer indefectiblemente. Eso sí: el dolor debe ser pasajero. El sufrimiento, más temprano que tarde, tiene que dar paso a la aceptación de que una etapa de la vida amorosa pasó y ya no volverá. Eso es psíquicamente sano. Permanecer en el desconsuelo es, sin dudas, patológico (es un estado más bien asociado al masoquismo o a la melancolía).
Atravesar el duelo. Ya lo enseñó Sigmund Freud, un siglo atrás: el duelo es la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etcétera. Una ruptura sentimental no es sinónimo de muerte, pero no menos cierto es que, cuando un amor se termina, algo muere: el vínculo de pareja, la historia que compartieron, los proyectos que tenían y todo lo que podría haber sido y no fue.
Retorna a tus íntimos. Muchas veces, por falta de tiempo, uno se aísla un poco de sus amigos y seres queridos. Especialmente, cuando está muy ocupado en su vida y en las cosas que le hacen bien, como su pareja. En cambio, cuando uno se queda solo, cuenta con tiempo de sobra para destinar a diversas actividades, entre ellas, la visita de aquellos a los que se les tenía un poco abandonados. La compañía de los afectos, en circunstancias de pérdida y ruptura, suele ser el mejor antídoto para subir las propias defensas y fortalecerse, para salir adelante en la vida.
No idealizar el pasado. Una mala costumbre de los amantes que han dejado de serlo es pensar que el pasado fue maravilloso y que jamás se volverá a sentir un amor semejante. Eso es parte del duelo de la pareja que era y ya no es. La idealización hace que se llegue a creer que todo fue tan fuera de serie que ni siquiera existieron motivos para el alejamiento. Error: ninguna ruptura amorosa se da porque sí; las causas de la separación irán decantando, con el tiempo, y saliendo a la luz para poder aprender de ellas y no volver a tropezar con la misma piedra en una futura relación.
Tú eres la prioridad. Cuando una pareja se rompe, quedan dos individualidades por separado. La idea de que los dos eran uno solo se esfuma. La ilusión de que el otro te completaba y de que juntos erais más fuertes queda, para siempre, atrás. Ahora, que estás en pleno proceso de duelo, tú eres la primera persona de la que te tienes que ocupar. Ahora que ya no tienes que hacer cosas por el otro, hazlas por ti. Vuelve a las cosas que, por estar en pareja, no hacías: ir al cine con amigos, dedicar tiempo al cuidado de tu estética y de tu cuerpo, mirar películas ocupando toda la cama, entre otras tantas cosas.
No ingreses más a sus redes sociales. Lo primero que debes hacer es olvidarte, por un tiempo, de Internet y sus derivados. No mires el muro de Facebook de tu ex, ni el último twitter que subió a la web, ni nada por el estilo. No debes estar pendiente de lo que haga o deje de hacer. Ya no es tu pareja, por ende, déjale libre y a otra cosa. Si no eres capaz de dar la vuelta a la página, no podrás comenzar ninguna nueva historia amorosa.
No te abraces a la angustia. Una cosa es quedarte en casa el primer fin de semana posterior a la ruptura y otra muy distinta, lanzarte a la cama por un mes. Esto último no es normal.
Asume tu responsabilidad. Una pareja se rompe porque dos personas no han podido llevar el vínculo a buen puerto. No eres la única persona responsable (no culpable, porque la culpa no debe entrar en este “juego”). Asume tu parte y no te hagas cargo de todo lo que pasó. En algo habrás tenido que ver y en muchas otras cosas, no. Debes tenerlo claro.
No tomes ninguna decisión importante. No es momento para decidir teñirte el pelo de rojo, tomarte un año sabático para irte a meditar a la India ni renunciar a tu empleo. Entérate: no eres protagonista de “Comer, rezar, amar”.
El tiempo todo lo cura. Lo que ahora te resulta insoportable e insuperable, algún día pasará. Te acordarás de ello, en el futuro, con una sonrisa. Sí, es posible. Tu mundo hoy parece caerse a pedazos, porque quien está roto o quebrado eres tú. Pero debes saberlo: el tiempo cicatrizará todas tus heridas.
Mantente en actividad. El fin de una pareja no es el fin de todo. No puedes paralizarte y dejar de hacer tu vida. No merece la pena. Sí la merece el esfuerzo de esmerarte, cada día, en hacer algo por tu propio bienestar: caminar, ir al gimnasio, pasarlo bien o hacer alguna manualidad. El show debe continuar y tus días, también.
Una tarea complicada pero no imposible
Por último, entérate: aprender como superar la ruptura de una relación no es fácil, pero no puede acabar con tu vida. ¿La clave? Sal adelante y sigue tu camino sin mirar atrás.