Ninguno estamos a salvo. La dependencia emocional es algo con lo que todos venimos al mundo. Desde que nacemos ya tenemos dependencia, no solo física y biológica sino también emocional, hacia nuestros padres y en especial hacia nuestra madre. Más tarde iremos creando dependencia emocional hacia todas las personas con las cuales generamos algún tipo de vínculo: nuestros abuelos, hermanos, tíos, primos, profesores, amigos... Cuanto mayor sea el estímulo que recibimos de una persona, mayor será la dependencia emocional que vamos a generar hacia ella. Cuando crecemos, esa dependencia va mutando. Y combinamos la necesidad o el vínculo con la necesidad de libertad y autonomía. En ocasiones, y sucede a menudo, esa dependencia es excesiva y condiciona nuestra vida, nuestras decisiones y nuestro día a día, impidiéndonos alcanzar la felicidad.
Cuando tu felicidad depende de alguien, debes cuidar que la relación no se vuelva tóxica. Si esto sucede, podría acarrear terribles consecuencias. Además, la fragilidad emocional nos coloca en la cuerda floja y nos deja vulnerables en manos de personas que podrían aprovecharse de nosotros y de nuestras buenas intenciones.
¿Qué es la dependencia emocional?
Todos hemos conocido a alguien con este problema. Una amiga, una compañera... O tal vez mismo incluso tú mismo la sufres y ni siquiera lo sepas. Cuando nos enamoramos, todos en mayor o menor medida, en las primeras fases del amor, nos volvemos unos dependientes emocionales. Lo notamos cuando para ser felices necesitamos estar en presencia de esa persona que nos evoca la felicidad y, si no está delante, nos pasamos la vida pensando y soñando con que aparecerá de la nada como por arte de magia, es decir, necesitamos sí o sí que aparezca y esté con nosotros.
La necesidad de tener de nuestro lado a la persona que queremos puede llevar a un permanente temor a que metamos la pata con ella o a someternos a lo que no nos gusta con tal de tenerla a nuestro favor. Las personas dependientes emocionalmente son incapaces de tomar decisiones. Son como niños eternos que no se animan a optar entre varios caminos por sí mismos por miedo a decepcionar a otros o a equivocarse y a que se lo reprochen. Todos necesitamos sentirnos queridos, esto es verdad, pero un dependiente emocional no solo es que se sienta bien al sentirse querido, sino que de no ser así, se siente muy vacío. Incluso es capaz de renunciar a su propia felicidad pensando que, si es feliz, podría hacer daño a otro. De este modo no rechaza incluso, el sufrimiento si considera que con él, la persona a la cual está enganchado se sentirá feliz.
Cuando sentimos dependencia emocional nos invade un permanente sentimiento de culpa, como si fuésemos personas horribles. Y es que pensamos que somos los causantes de la felicidad de alguien y, si no es feliz, no merecemos estar bien.
Evidentemente, todo esto provoca que la vida sea un continuo sufrir y una pesadilla y vivimos en una constante necesidad de sentir el amor de la persona, sufriendo ansiedad para conseguirlo.
Eliminar la dependencia emocional
La dependencia emocional es muy peligrosa e insufrible. No obstante, la buena noticia es que se puede vencer y se puede superar esa necesidad de vivir a través de otro o por y para el otro. Por lo general, se da en relación a la pareja y en personas de las cuales nos enamoramos. Pero también es frecuente que suceda con respecto a una madre o un padre. En cualesquiera de los casos, hay que trabajar por superarla para lograr autonomía y ser felices. A continuación, una serie de consejos para eliminarla.
Lo primero es identificar tu problema. Para esto, elabora un listado de cosas que no haces por miedo a defraudar a otros. Cuando lo hagas, date cuenta de las cosas que te estás perdiendo por satisfacer a otros. Piensa que lo más seguro es que, sobre la mayoría de estas cosas, nadie tendrá en cuenta que las hiciste o las dejaste de hacer. Eres tú quien las está valorando.
Lo esencial siempre en la vida, para evitar trastornos de cualquier tipo e infelicidades varias, es la autoestima. Teniendo una autoestima suficiente veremos que no hay que dejar de ser uno mismo para agradar a los demás. Debemos ser queridos por lo que somos y como somos. Y hay una persona que te debe querer por encima de todas las demás: tú mismo. Por ello, para aprender sobre autoestima asiste a cursos, pide ayuda, busca información en internet, en foros... en definitiva, instrúyete bien. Piensa que es y será la llave para tu felicidad y tu libertad, así que te conviene invertir en ella.
Estar solos no es malo. Estamos acostumbrados a que nos lo vendan como algo triste y malo. Nos bombardean con la necesidad de buscar pareja, de tener hijos, de hacer amigos, de conocer gente... Pero estar solo no es malo. No tengas miedo a la soledad. Soledad no es igual a fracaso. Estar con alguien que no te valora no merece la pena.
Mentalízate de que ni la mujer depende del hombre que le cuide ni el hombre depende de la mujer que le cuide. La tradición ha hecho que la mujer piense que está necesitada de la protección masculina y que el hombre crea que una mujer debe velar por su bienestar. Esto es falso. Verás a muchas mujeres solas súper felices y hombres solteros que viven genial.
Aunque te eches pareja, nunca dejes de lado a tus amigos. Aislarte socialmente genera inseguridad y dependencia de la persona a la cual estás vinculada. Los celos, a la basura.
La dependencia emocional es muy peligrosa. No caigas en ella. Y si te ves inmersa, busca ayuda profesional y recupera el control de tu vida. Nadie debe controlar ni tus deseos ni tus necesidades ni tus emociones. Si lo hace es que estás perdiendo la independencia emocional. Sal corriendo de esa relación tóxica. Hoy en día es fácil caer y no darse cuenta. No hagas caso de quienes te digan que tu deber es satisfacer a otros.
