Aunque nos guste el sexo en todas sus formas, son muchos los factores que inhiben el deseo sexual y anulan las ganas de interacción física con nosotros mismos y con otras personas. Ese deseo sexual se conoce en psicoanálisis como ‘libido’, un impulso fundamental que condensa la energía vital a través del acto sexual y se ve condicionada por tres factores importantes: hormonales, nerviosos y psicológicos.
La disminución o ausencia total de libido recibe varios nombres: inapetencia sexual, falta de deseo erótico, deseo sexual hipoactivo o IDA (inhibición del deseo sexual).
Cualquiera de estas denominaciones es válida para hablar de la baja apetencia por el contacto erótico y el establecimiento de relaciones sexuales.
Cuando la libido o apetito sexual se ve disminuido sin razones aparentes, suele ser el indicador de terceras afecciones y de una desmejora en tu salud mental, por lo que es necesario buscar la ayuda profesional adecuada para hablarlo, explorar sus causas y tratarlo desde la raíz.
Si bien se trata de un problema que puede afectar a hombres y a mujeres por igual, hay estudios que afirman que ellas lo padecen en mayor medida, siempre con un componente añadido de culpa por no poder cumplir con los estándares sociales impuestos a las mujeres en el aspecto sexual (complacer siempre al hombre, tener una buena disposición, disfrutar y correrse sin ningún problema…).
Tipos de pérdida de libido
Se han identificado cuatro tipos de pérdida de libido:
- Primario: se trata de personas que nunca han tenido un deseo sexual marcado o explícito y acarrea incapacidad para generar fantasías sexuales. Suele manifestarse en la adolescencia y empeorar en la edad adulta. Afecta, principalmente, a mujeres.
- Secundario: cuando se ha disfrutado del deseo sexual en el pasado, pero se ha perdido esa capacidad debido a experiencias sexuales negativas o traumáticas.
- Generalizado: cuando no se tiene deseo sexual hacia ninguna persona.
- Situacional: cuando no se tiene deseo sexual hacia nuestra pareja, pero sí hacia otras personas.
Causas de la pérdida de apetito sexual
Se han identificado varias causas que pueden ocasionar la disminución o pérdida ocasional de libido:
- Estrés: es una de las principales causas de la disminución del deseo sexual. La sobrecarga de trabajo, las obligaciones pendientes, los problemas personales o familiares, entre otros, pueden comprometer seriamente el deseo sexual.
- Factores físicos y farmacológicos: cualquier enfermedad que afecte nuestro bienestar físico y mental puede oprimir nuestro deseo sexual. La paradoja es que los tratamientos farmacológicos que se emplean para tratarlas, suelen tener incidencias directas en nuestro deseo sexual (por ejemplo, los antidepresivos).
- Anticonceptivos hormonales: en el caso de las mujeres, los tratamientos anticonceptivos hormonales tienen como principal efecto secundario la disminución del apetito sexual.
- Factores anímicos: ansiedad, cansancio extremo, una vida poco satisfactoria, pensamientos negativos y baja autoestima.
La disminución del apetito sexual no tiene una causa única ni una solución universal; estos factores causantes no son excluyentes, por lo que es común que la falta de deseo se deba a una combinación de todos estos factores.
Posibles tratamientos para la pérdida de libido
Ante la pérdida de la libido, lo más recomendable es buscar la ayuda de una sexóloga con quien revisar los factores que pueden estar detrás.
La atención sexológica es la mejor herramienta para estos casos y, bajo ningún motivo, se debe minimizar el impacto de la pérdida de libido en tu vida general porque puede ir a peor: ya no solo es la falta de deseo sexual, sino que esto puede causar problemas de pareja, problemas de autoestima, e incapacidad para establecer vínculos y afines.